En el arranque de la década de los años 80 del pasado siglo tomaban cuerpo los singulares Encuentros y "baile de los Santos" del Domingo de Resurrección de Las Torres de Cotillas tal como se conocen hoy. Y es que en 1980, inmediatamente después de su fundación, la Cofradía del Cristo Resucitado y San Pedro de la localidad, bajo la presidencia de Antonio Vicente Belchí, recibió como donación del vecino Antonio Vicente Fernández la que, tallada por el escultor de Espinardo Antonio García Mengual, es su imagen cotitular y una de las tres que integran, además de la de San Juan Evangelista –de la Cofradía homónima- y la Virgen de la Victoria –perteneciente a la de Nuestra Señora de los Dolores- tan característico como multitudinario pistoletazo de salida de la apoteósica procesión de la Semana Santa.
Bendecido el día de Reyes de 1980 en el Colegio "Divino Maestro" de la localidad, el Cristo Resucitado sería llevado a hombros hasta la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Salceda por varios presidentes de otras cofradías en el trono de la de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro de Cristo sobre andas rectangulares de hierro.
Desde hace cuatro lustros, esta talla de madera policromada de tamaño natural (1,75 metros) desfila en el Domingo de Resurrección torreño, partiendo para ello de la ermita del Barrio de la Cruz hasta el citado Templo Parroquial de la Salceda, donde la reciben las imágenes de San Juan Evangelista y la Virgen de la Victoria con alarde de pirotecnia y cascada de flores, en el marco de una de las más grandes señas de devoción popular y tradiciones del municipio como es esta procesión que también incorpora en su acervo el "baile de los Santos", pintoresca danza rítmica de tronos en esquinas, ímpetu circular en confluencias de cuatro calles, sensación vibrante en sincronía de alborozo.
Y en esta algarabía de fe y muchedumbre gozosa no es ajena la misión del cofrade, aquel que pone lo más de sí para mejorar, engrandecer el acontecimiento magno y multitudinario en el que se da cita, la Semana Santa como tal, poniendo en su más intenso valor las condiciones para hacer de los desfiles procesionales, amén de majestuosidad, significado y vida renacida, excelente catecismo de solemnidad, recogimiento y sobre todo mensaje de humanismo cristiano a carta cabal. La labor de un cofrade modélico pasa por lograr incardinar año a año el significado pleno de una Semana Santa singular en el ámbito social del que emana su componente humano de penitentes, nazarenos, costaleros,... cargados de generosidad, voluntad, sincera devoción,..., esto es, en la vida pública del municipio y colaborar en todos los sentidos para ofrecer a la ciudadanía la percepción que se merece un despliegue de mensaje de perfección humana como el que reviste las manifestaciones pasionarias en las calles. En definitiva, no descuidar ese acercamiento al pueblo que la Semana Santa debe tener porque la vena de la gente, hombres y mujeres son los que propagan por el nervio vital de la localidad el simbolismo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
La relevancia social de las cofradías torreñas en el ámbito del municipio debe seguir estando presente, siendo una realidad en facetas además de motor económico de la actividad productiva de la localidad mostrando la garra, la fuerza de unas gentes que hacen de la extraordinaria emoción, de la más honda y antigua tradición torreña, escenario de lo que somos capaces de mover y hacer en esta Villa.
Y en este sentido son legión las personas de ese microcosmos cofrade que reflejan en su entrega, en su vitalismo sin pausa el trabajo, el empuje de la fe de todo un pueblo que canaliza en la Semana Santa ingentes dosis de sentimiento, arte, historia, lenguaje salido del corazón en loor de plegaria. Me refiero a hombres que no cejan a lo largo del año esa laboriosa tendencia a preparar al más mínimo detalle unos desfiles primorosos donde tronos e imágenes mecidos al compás de cofrades marcan el palpitar de la religiosidad popular de Las Torres de Cotillas. Hablamos de torreños de pro que representan como nadie el carácter cofrade haciendo fe y pueblo, devoción y participación ciudadana. Gracias, cofrades, por mucho y bueno.
Juan José Ruiz Moñino