No son pocas las personas que conciben que la política de calle debe ser en todo momento la defensa de los intereses de los vecinos y vecinas mediante la puesta en marcha de iniciativas que tengan por meta la mejora de su calidad de vida.
Para un alcalde o concejal de cualquier municipio, defender los intereses de sus conciudadanos es luchar por todo aquello que facilite la vida diaria de los vecinos y mejorar infraestructuras y servicios para obtener una armonía en su devenir cotidiano.
La política municipal la entiendo como el instrumento para conocer las inquietudes del común de los vecinos, ver sus necesidades y atender cuestiones de trascendental importancia y prioridad como el abastecimiento de agua, obras y servicios, alumbrado público, centros médicos, educativos, culturales, sociales, de ocio,...
Pienso que un alcalde o concejal debe ser gestor y es que de un ayuntamiento, de su gobierno, se espera no que se prodigue con planteamientos o filosofías ideológicas sino que mantenga las calles limpias, que apoye como se merecen –a nivel económico mediante subvenciones y técnico con equipamientos e instalaciones- las actividades de asociaciones de todo tipo del municipio, que apueste por la seguridad ciudadana, por un urbanismo de rostro humano, responsable y sostenible, por una fiscalidad nada agobiante para el bolsillo de los vecinos,...
Todos queremos que las calles en las que vivimos estén pulcras, que el tráfico no sea un caos, que los impuestos no sangren los bolsillos de las familias, empresas y comercios que crean puestos de trabajo, que no haya despilfarros en disparates faraónicos ni corrupciones,... Eso es lo que a los vecinos interesa que suceda. Algo que debe considerarse como una toma de postura sensata en el ámbito municipal.
No es admisible y sí contraproducente para la gestión de gobierno de un municipio que marche por buen camino no votar a personas eficaces, mejores,...
La perspectiva del común de los vecinos, un alcalde y/o concejal debería preocuparse de hacer realidad las funciones que llevan aparejados esos cargos o atribuciones. Una definición que asimismo tendría que incluir un rasgo personal, porque, por desgracia, también en la vida de un gobierno municipal hay que enfrentarse ante situaciones del todo punto complejas que las más de las ocasiones hacen que la trayectoria personal de un edil se mezcle con la política. Es así que la apuesta por la mejora social debe encabezar la agenda de todo servidor de los intereses generales de los ciudadanos.
Ha y siempre por delante una labor municipal difícil, con muchos desafíos y autoexigencias. Desde la calle debemos ser conscientes de las necesidades y opiniones de la gente. Porque sacar adelante día a día una tarea de alcalde y/o concejal es un gran reto, porque ante todo uno es persona y vecino y todo representante de la vida municipal querrá lo mejor para sus conciudadanos.
Partimos de una situación en la que, en boca de vecinos de cualquier pueblo, se comenta: "algo sacará, si no, no estaría allí, las obras y contratos se las dan a quien quieren",... Una retahíla de comentarios que en no pocas ocasiones constituyen la opinión corriente de la calle. Para desmontar esas quejas, está el ser legal, el hacer una aceptable gestión local, el hablar un día sí y otro también con los vecinos –saliendo de despachos, moquetas y torres de marfil-, escuchar y aceptar sus críticas –con bastante frecuencia constructivas y de agradecer-, todo ello en una muestra igualmente de proximidad a la gente, transparencia y buen hacer.
Alguna vez es bueno escuchar que algo se ha hecho bien, que se ha aprovechado hasta el último céntimo en el logro de proyectos en beneficio de todos los vecinos, que se ha logrado atraer muchos millones de euros para inversiones en el municipio,...
Debe ser duro para esos políticos de raza, vocacionales, dedicados en cuerpo y alma las 24 horas del día los 365 días del año al buen gobierno de un ayuntamiento percibir esa desafección, ese desapego de los ciudadanos. En la mayoría de las ocasiones los candidatos a las listas se presentan sin ningún interés personal, sino lisa y llanamente para llevar a buen puerto un aceptable cuando no excelente trabajo para nuestros vecinos. Son muchos los que brindan su tiempo a lo que quieren y buscan el beneficio para sus ciudadanos.
En definitiva, para un político de pueblo lo más gratificante es poder hacer realidad sueños, proyectos, ilusiones, que un programa electoral salga adelante en los cuatro años de legislatura y ver cómo los vecinos mejoran su bienestar. Como decía el admirado político socialista Enrique Múgica, "la democracia es la claridad con la que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos".
Queremos pensar que ningún alcalde o concejal está al frente de un ayuntamiento para recibir elogios, todo lo contrario, está ahí por amor a su pueblo, porque no desea que el municipio se estanque, paralice o vaya a menos. Un alcalde o concejal se propone que su pueblo tenga los máximos logros y mejoras para cada habitante que da vida a ese municipio e intentar atraer a nuevas personas que fijen su residencia en la localidad.
Juan José Ruiz Moñino